Encerrado entre los libros

En estos días en que el clima todavía lo permite me gusta dejar las ventanas abiertas. Sentir el fresco mientras reviso los papeles. A veces me distraigo mirando mi biblioteca. Sobre un estante hay un globo terráqueo, más arriba un medidor de temperatura. En una de mis cajas se asoma un montón de discos que están acumulando polvo a través del improvisado plástico que les coloqué para que no se ensuciaran.

Dentro de un cuaderno encontré el siguiente escrito, y por un momento pensé que era otra persona y no yo mismo hace unos años atrás quien lo había escrito:

"Tengo esta sensación que nunca he salido de mi biblioteca. Que nunca podré hacerlo. Aún cuando cruzo la calle, cuando me siento en el banco de una plaza, cuando estoy a cientos de kilómetros de mi casa, lo único que veo son libros llenos y vacíos. Si trabajara en una oficina me bastaría guardar los lápices y meter la engrapadora en el cajón para que todo mi mundo desapareciera. Salir a la vereda sería una experiencia renovadora, hacer la vida común un respiro distinto, diferente. Y sin embargo ahora no veo la forma de despertar de este sueño."

"Incluso en las conversaciones con mis amigos puedo reconocer ese timbre de voz, esas letras de escritor de variedades que ellos llevan dentro. Los reflejos de las vidrieras me muestran convertido en el monstruo que tanto temo. Lo peor es saber que quizá no haya una salida. Y que si la hubo fue hace ya mucho tiempo. De todas formas tengo que seguir buscando, antes que vea mi propio puño golpeando a una de mis sombras pidiendo el libro de quejas."